
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
NACIONAL
242
CD. VALLES, S.L.P.
“EL LIDERAZGO
EDUCATIVO Y LA GESTION DE LOS RECURSOS HUMANOS EN LOS CENTROS ESCOLARES”
·
Asesor: Juan José Rojas
·
Asesora: Gabriela Mtz. Compeán.
·
Erika de los Santos Martínez
·
Maestría en Educación Básica
A 28 de marzo del 2015
Muchos son los cambios que se
han generado en las últimas décadas en el rubro educativo tanto en el plano internacional como en el
plano nacional. La sociedad demanda la preparación de profesionales de la
educación quienes cuenten con competencia diversas las cuales les permitan
insertarse en el mercado laboral. Y qué decir de la dinámica dentro de las
instituciones educativas, mismas que dejaron de responder ante las demandas que
la sociedad constantemente ha ido planteando. Programas educativos que no
corresponden ante los cambios acelerados que la sociedad ha presentado, formas
de organización al interior de las instituciones educativas que no dan
respuesta tampoco a los estándares que a nivel internacional se requiere. La
distribución del poder entre todos los agentes educativos pertenecientes a una
institución misma, concepciones en cuanto a enseñanza, aprendizaje, la
reorientación de roles, la diversa concepción de liderazgo, formas de
participación diversas y en sí muchas cuestiones más.
Es menester un cambio al
interior de las instituciones educativas, cambio que implica un elemento
primordial en la dinámica de las mismas. Hablamos del liderazgo. Como es sabido
el liderazgo es concebido como la capacidad y habilidad que tiene una persona para influir sobre la
toma de decisiones de una o un grupo de personas. Este es un elemento de vital
importancia porque actualmente el concepto ha ampliado su margen de acción y
perspectiva sobre el funcionamiento de una organización.
Dentro de una estructura
vertical en la organización caracterizada por la existencia de cargos
jerárquicos visiblemente definidos y preestablecidos, el liderazgo es y era
ejercido en las instituciones educativas por una sola persona quien ocupara el
mayor cargo jerárquico dentro de la misma. De esta manera era quien proponía,
planteaba, tomaba decisiones y ejercía el poder sobre toda el sistema. No había
pauta para consenso ni prácticas democráticas.
Ésta concepción ha dado un
giro radical puesto que el liderazgo aunque sigue siendo la capacidad y
habilidad de una persona para ejercer influencia sobre otras en la toma de
decisiones, el liderazgo ha sido reorientado hacia la toma de decisiones de
manera democrática, es decir un liderazgo compartido.
Es así como actualmente el
liderazgo se encuentra sustentado dentro de los principios en que se basa el
programa de educación básica vigente en nuestro país. El sistema educativo
demanda la reorientación del liderazgo basado en un liderazgo compartido entre
directivos, docentes y padres de familia, quienes de manera conjunta se
adentren a un proceso de consenso y de toma de decisiones en beneficio del
centro escolar.
Esta nueva perspectiva se
encuentra fundamentada en el actual programa de estudios de la educación
básica, y en el acuerdo secretarial 717 por el cual se establecen los
lineamientos para formular los programas de gestión escolar. La directriz de
dicho acuerdo va con miras a generar una cultura de autonomía dentro de los
centros escolares, quienes involucren a todos sus agentes educativos para
trabajar de manera colaborativa en el diseño y gestión de programas o proyectos
para la gestión de propios recursos, los cuales respondan ante las necesidades
que como institución se tengan.
Todo lo anterior representa
una nueva dinámica al interior de los centros escolares donde la
responsabilidad de recursos es delegada por el sistema educativa hacia los
mismos centros, quienes de manera autónoma velarán por los mismos para su
obtención.
Claro está que dichos
cambios representan un gran reto para nuestros centros escolares, puesto que se
arrastra con una cultura caracterizada por el trabajo aislado y el desinterés
sobre articular esfuerzos, donde se ha perpetuado un estado de confort de los
agentes educativos, no en su totalidad, pero donde si se ha laborado sin tener
una cultura de rendición de cuentas. Ahora ésta nueva dinámica representa dejar
atrás estas prácticas para dar paso a una cultura de autonomía, de trabajo
colaborativo, de reorientación del liderazgo y de muchos aspectos más que se
ponen en juego día a día, y donde es menester contar con una participación activa
de todos los partícipes del proceso.
Es por ello la importancia
de reconocer las capacidades y habilidades de todos los miembros de la
organización quienes de una manera u otra pueden contribuir en lograr elevar la
calidad educativa, y saber que el poder no solo se concentra en una persona,
sino que existe la capacidad de trabajar colaborativamente en beneficio de los
alumnos.
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