HACIA UNA CULTURA DE LA
EVALUACIÓN
La evaluación educativa
representa un tema de vital importancia no sólo en nuestro país sino en el
mundo en general, puesto que por décadas ha sido considerado el principal
instrumento de vía de desarrollo para la sociedad. Sin embargo para hablar de
una cultura de la evaluación es necesario hacer alusión a la conceptualización
de la evaluación educativa para ampliar y profundizar en el tema.
La evaluación educativa es
concebida como un proceso sistemático y planificado consistente en la recogida
de información sobre un proceso de aprendizaje. A esto es muy común en nuestro
país concebir realizar una evaluación al proceso de aprendizaje en el caso de
los alumnos. Sin embargo actualmente la cuestión va más allá de esto, puesto
que la evaluación resulta ser un tema de preocupación y de ocupación por parte
de diversas organizaciones e instituciones fuera del ámbito educativo.
La competitividad en el
aparato productivo demanda de actualización y de preparación constante en las
organizaciones así como elevar la calidad en los productos, por tales motivos
invertir en procesos, la mejora de la calidad de los recursos y de los medios
de producción resulta fundamental lo que garantice mejores servicios y
productos.
En el ámbito educativo por
décadas se ha demandado elevar la calidad de la educación lo que constituye el
eje rector de diversos encuentros y
espacios de organismos internacionales, quienes ven en la educación el motor
principal para el desarrollo de un país y la forma de abatir el rezago
educativo. Sin embargo hablar de una cultura de evaluación no es un tema
totalmente claro y es objeto de dilemas y controversias en la sociedad actual.
Primeramente para hablar
sobre ello, es necesario esclarecer sobre a que se alude a cultura, para
posteriormente poder hablar sobre una cultura de evaluación en sí.
Pues bien la cultura hace
referencia al conjunto de creencias, valores y costumbres que guían el
comportamiento de un grupo en particular. La cultura norma el comportamiento de
cada uno de los miembros de la comunidad a la que pertenecen delimitando su
accionar y desarrollando a través de prácticas diversas un sentido de
pertenencia al mismo y el lenguaje juega un papel fundamental puesto que
constituye la vía de diálogo y de intercambio de significados.
En el marco de una
institución escolar, la cultura alude al conjunto de creencias, prácticas y
convicciones básicas que mantienen los miembros de una comunidad educativa con
relación al funcionamiento y organización de la labor educativa.
Muchas son las diversas prácticas que se realizan al interior de la
organización escolar, tanto eventos cívicos, prácticas informales, formales
acorde a programas de estudio y muchos aspectos más dando origen a múltiples dinámicas
de trabajo.
Sin embargo la cuestión ahora reside en que dentro de éstas
dinámicas de trabajo es poco común llevar a cabo una cultura de evaluación de
las mismas prácticas que se realizan. Hablar de evaluación en una institución
educativa representa actualmente un gran reto ante toda la comunidad educativa,
principalmente en docentes y directivos, puesto que son múltiples los factores
intervinientes en la misma. Un proceso de evaluación conlleva a la
confrontación de posturas, actitudes en torno a las prácticas pedagógicas que
la institución educativa desarrolla en su cotidianeidad. Sin embargo la
evaluación no es vista con agrado por parte de los mismos actores educativos
porque más que representar la valoración de las acciones y como una actividad
de comunicación, es vista como objeto de sanción y de control sobre su
accionar.
El sistema educativo como
tal se ha permeado de prácticas caracterizadas de un estado de confort, donde
todo ocurre al interior de los centros escolares, sin supervisión sobre la
práctica docente y organizativas en el centro. Por tal motivo la evaluación de
la práctica así como de la adquisición de conocimientos representa un estado de
alerta, de resistencia y de
incertidumbre para la población docente.
Muchos son los factores los
que dan origen a este tipo de respuestas ante un proceso evaluativo o en su
caso a la aplicación de un instrumento evaluativo además de la consolidación de
una cultura de confort característica en
el sistema.
Por una parte tales
respuestas a la evaluación son originadas por la desconfianza que los agentes
educativos tienen con respecto al mismo sistema educativo caracterizado por la
corrupción y las prácticas de poca confiabilidad y escasa transparencia. Para
la comunidad docente representa dejar en manos del sistema la seguridad laboral
a través de un examen de conocimientos que poco dista de las capacidades, habilidades y actitudes que
los docentes ponen en juego día a día en su labor.
La falta de un sistema de
evaluación poco confiable es un factor
que da origen a un estado de resistencia del propio magisterio porque se
desconocen el origen al que da respuesta este nuevo enfoque evaluativo. El
desconocimiento en torno a procesos, métodos, instrumentos, personal y demás
aspectos que forman parte de este nuevo sistema de evaluación origina la
negación hacia la implementación del mismo.
La cultura de confort
característica por parte del magisterio es un factor más ante la resistencia a
la aplicación de un sistema de evaluación puesto que por décadas se ha vivido y
desarrollando la labor docente en el marco de evaluaciones dirigidas meramente
al alumno y no al docente ni directivo con respecto a sus acciones. Claro está
que no se generaliza en torno al magisterio puesto que hay agentes educativos
comprometidos con su labor y hay quienes han gozado de este estado de confort.
Resulta complejo erradicar una cultura permeada de dichas prácticas para dar
paso a una cultura evaluativa, donde agentes internos como externos pueden ser
partícipes del mismo proceso.
Ahora bien, cabe preguntarse
si el sistema educativo ha creado las condiciones más propicias para dar paso a
una cultura evaluativa de todo el sistema y no exclusivamente de la labor
docente. Es decir, evaluar al sistema como tal desde sus programas en el diseño
y operación, la evaluación de los mismos, recursos, enfoques, programas,
materiales educativos, agentes involucrados y muchos aspectos más que forman
parte del sistema educativo.
La evaluación educativa
actualmente hace mayor énfasis en el desempeño de la labor docente, cuando ésta
representa sólo una parte del sistema, a lo cual, dando atención solamente a un
aspecto, resulta bastante complejo poder elevar la calidad educativa como tal
cuando no existen las condiciones para que ello de paso.
Es necesario hacer un análisis
en torno a lo que opera en el sistema educativo, desde sus planes y programas,
su enfoque y muchos aspectos hasta la labor docente, y conocer la
interdependencia que existe entre cada uno de los elementos que lo conforman.
Dar atención a muchas carencias que por décadas se han presentado y continúan
existiendo.
Brindar un análisis
exhaustivo en torno a lo que persigue esta nueva cultura de evaluación en
nuestro país y sus mecanismos de operación la trascendencia que pueden alcanzar
para la labor docente.
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