sábado, 23 de mayo de 2015

HACIA UNA CULTURA DE LA EVALUACIÓN

HACIA UNA CULTURA DE LA EVALUACIÓN

La evaluación educativa representa un tema de vital importancia no sólo en nuestro país sino en el mundo en general, puesto que por décadas ha sido considerado el principal instrumento de vía de desarrollo para la sociedad. Sin embargo para hablar de una cultura de la evaluación es necesario hacer alusión a la conceptualización de la evaluación educativa para ampliar y profundizar en el tema.
La evaluación educativa es concebida como un proceso sistemático y planificado consistente en la recogida de información sobre un proceso de aprendizaje. A esto es muy común en nuestro país concebir realizar una evaluación al proceso de aprendizaje en el caso de los alumnos. Sin embargo actualmente la cuestión va más allá de esto, puesto que la evaluación resulta ser un tema de preocupación y de ocupación por parte de diversas organizaciones e instituciones fuera del ámbito educativo.
La competitividad en el aparato productivo demanda de actualización y de preparación constante en las organizaciones así como elevar la calidad en los productos, por tales motivos invertir en procesos, la mejora de la calidad de los recursos y de los medios de producción resulta fundamental lo que garantice mejores servicios y productos.
En el ámbito educativo por décadas se ha demandado elevar la calidad de la educación lo que constituye el eje rector de diversos encuentros  y espacios de organismos internacionales, quienes ven en la educación el motor principal para el desarrollo de un país y la forma de abatir el rezago educativo. Sin embargo hablar de una cultura de evaluación no es un tema totalmente claro y es objeto de dilemas y controversias en la sociedad actual.
Primeramente para hablar sobre ello, es necesario esclarecer sobre a que se alude a cultura, para posteriormente poder hablar sobre una cultura de evaluación en sí.
Pues bien la cultura hace referencia al conjunto de creencias, valores y costumbres que guían el comportamiento de un grupo en particular. La cultura norma el comportamiento de cada uno de los miembros de la comunidad a la que pertenecen delimitando su accionar y desarrollando a través de prácticas diversas un sentido de pertenencia al mismo y el lenguaje juega un papel fundamental puesto que constituye la vía de diálogo y de intercambio de significados.
En el marco de una institución escolar, la cultura alude al conjunto de creencias, prácticas y convicciones básicas que mantienen los miembros de una comunidad educativa con relación al funcionamiento y organización de la labor educativa.
Muchas son las diversas  prácticas que se realizan al interior de la organización escolar, tanto eventos cívicos, prácticas informales, formales acorde a programas de estudio y muchos aspectos más dando origen a múltiples dinámicas de trabajo.
Sin embargo la  cuestión ahora reside en que dentro de éstas dinámicas de trabajo es poco común llevar a cabo una cultura de evaluación de las mismas prácticas que se realizan. Hablar de evaluación en una institución educativa representa actualmente un gran reto ante toda la comunidad educativa, principalmente en docentes y directivos, puesto que son múltiples los factores intervinientes en la misma. Un proceso de evaluación conlleva a la confrontación de posturas, actitudes en torno a las prácticas pedagógicas que la institución educativa desarrolla en su cotidianeidad. Sin embargo la evaluación no es vista con agrado por parte de los mismos actores educativos porque más que representar la valoración de las acciones y como una actividad de comunicación, es vista como objeto de sanción y de control sobre su accionar.
El sistema educativo como tal se ha permeado de prácticas caracterizadas de un estado de confort, donde todo ocurre al interior de los centros escolares, sin supervisión sobre la práctica docente y organizativas en el centro. Por tal motivo la evaluación de la práctica así como de la adquisición de conocimientos representa un estado de alerta, de resistencia  y de incertidumbre para la población docente.
Muchos son los factores los que dan origen a este tipo de respuestas ante un proceso evaluativo o en su caso a la aplicación de un instrumento evaluativo además de la consolidación de una cultura  de confort característica en el sistema.
Por una parte tales respuestas a la evaluación son originadas por la desconfianza que los agentes educativos tienen con respecto al mismo sistema educativo caracterizado por la corrupción y las prácticas de poca confiabilidad y escasa transparencia. Para la comunidad docente representa dejar en manos del sistema la seguridad laboral a través de un examen de conocimientos que poco dista de  las capacidades, habilidades y actitudes que los docentes ponen en juego día a día en su labor.
La falta de un sistema de evaluación poco confiable  es un factor que da origen a un estado de resistencia del propio magisterio porque se desconocen el origen al que da respuesta este nuevo enfoque evaluativo. El desconocimiento en torno a procesos, métodos, instrumentos, personal y demás aspectos que forman parte de este nuevo sistema de evaluación origina la negación hacia la implementación del mismo.
La cultura de confort característica por parte del magisterio es un factor más ante la resistencia a la aplicación de un sistema de evaluación puesto que por décadas se ha vivido y desarrollando la labor docente en el marco de evaluaciones dirigidas meramente al alumno y no al docente ni directivo con respecto a sus acciones. Claro está que no se generaliza en torno al magisterio puesto que hay agentes educativos comprometidos con su labor y hay quienes han gozado de este estado de confort. Resulta complejo erradicar una cultura permeada de dichas prácticas para dar paso a una cultura evaluativa, donde agentes internos como externos pueden ser partícipes del mismo proceso.
Ahora bien, cabe preguntarse si el sistema educativo ha creado las condiciones más propicias para dar paso a una cultura evaluativa de todo el sistema y no exclusivamente de la labor docente. Es decir, evaluar al sistema como tal desde sus programas en el diseño y operación, la evaluación de los mismos, recursos, enfoques, programas, materiales educativos, agentes involucrados y muchos aspectos más que forman parte del sistema educativo.
La evaluación educativa actualmente hace mayor énfasis en el desempeño de la labor docente, cuando ésta representa sólo una parte del sistema, a lo cual, dando atención solamente a un aspecto, resulta bastante complejo poder elevar la calidad educativa como tal cuando no existen las condiciones para que ello de paso.
Es necesario hacer un análisis en torno a lo que opera en el sistema educativo, desde sus planes y programas, su enfoque y muchos aspectos hasta la labor docente, y conocer la interdependencia que existe entre cada uno de los elementos que lo conforman. Dar atención a muchas carencias que por décadas se han presentado y continúan existiendo.
Brindar un análisis exhaustivo en torno a lo que persigue esta nueva cultura de evaluación en nuestro país y sus mecanismos de operación la trascendencia que pueden alcanzar para la labor docente.









No hay comentarios.:

Publicar un comentario